Franz Kafka y el colorido

Quim Monzó

SERÉ BREVE QUIM MONZÓ

Franz Kafka y el colorido

UNO DE LOS BLOGS que sigo con más regularidad lleva por título Creative Design. Es britanico y está dedicado al diseño, a la publicidad, a la cultura visual ... Hace unos días colgaron un post muy sugestivo que habla de la publicación inminente —en junio— de una nueva edición de libros de Franz Kafka que publicará la editorial americana Pantheon, en colección de bolsillo y con cubiertas diseñadas por Peter Mendelsund. El post lleva por título Cubrir a Kafka con color y puntualiza diversas cosas que es bueno saber. De entrada, puedes contemplar las cubiertas que Mendelsund —un excepcional diseñador gràfico, autor de algunas de las cubiertas de libros más bellas que he visto nunca— ha ideado para Kafka. Mendelsund trabaja para las editoriales Knopf, Pantheon y Vertical Press, de las que es director de arte. Luego puedes deleitarte con el texto en el que el mismo Mendelsund explica por qué ha decidido apartarse de las cubiertas que habitualmente ponen al checo: negras o grises, en cualquier caso tristes o lúgubres, con ecos casi fascistoides ... Pues bien, teniendo en cuenta esos precedentes, Mendelsund ha hecho justo lo contrario. Las ha llenado de colores. EI rojo, el verde, el azul claro, el crema, un amarillo radiante... Círculos, estrellas, triàngulos, barras, ojos humanos, ojos de cerradura, combinados de forma alegre y cargada de significaciones.

De Creative Design pasé al blog de Mendelsund —Jacket Mechanical—, donde explica qué proceso siguió para entender que las cubiertas de Kafka no tienen por qué ser necesariamente lóbregas, que —a pesar de que su literatura despierte en los lectores "el sentimiento de la universalidad de su propia alienación: Kafka es el no va más de la alienación" — es, por encima de todo, un espléndido humorista, cosa que mucha gente no entiende, por veces que se lo expliques. Yo creía que la obcecación en no entender la esencia humorística de Kafka se daba sólo aquí, pero, por lo que Mendelsund dice, veo que en el mundo anglosajón sucede tres cuartos de lo mismo. Dice el diseñador: "He optado por el colorido. Hay que decir que, entre otras cosas, los libros de Kafka son divertidos, sentimentales y, a su manera, aquiescentes. Estoy harto del Kafka serio, del Kafka pesimista. El adjetivo kafkiano se ha convertido en sinónimo de las maquinaciones de la burocracia anónima, pero, evidentemente, Kafka fue un escritor satírico (irónico, exagerador de la burocracia), no un órgano de ella". Me encanta esa doble andanada. Una, contra las manidas cubiertas que tradicionalmente le ponen. La otra, contra el abuso y la deformación que muchos dan al adjetivo kafkiano. Hemos llegado al punto de que hay gente que utiliza kafkiano para cosas que no tienen nada que ver ni con Kafka ni con su literatura, ni siquiera con el sentido que en principio se daba a ese adjetivo. Hará un par de meses escuché en la cafetería de un El Corte Inglés la conversación entre dos mujeres, de entre treinta y cuarenta años. En un momento dado, una le dijo a la otra: —Tengo los pies hechos polvo. Me he pasado toda la mañana de aquí para allá, comprando y comprando. Ha sido realmente kafkiano.

Magazine, 20-02-2011